Tuesday, August 19, 2014

Sergio Szpolski ¿Un buitre Nac & Pop en busca de Donnelley?


Este lunes salió publicado en iprofesional una nota titulada Un empresario kirchnerista ya hace gestiones para quedarse con Donnelley donde señala el interés que tendría Sergio Szpolski por hacerse cargo de la empresa Donnelley. Como es de público conocimiento esta empresa cerró sus puertas el lunes pasado aludiendo su quiebra a intentando dejar 400 familias en la calle, lo que llevó a que sus mismos trabajadores tuvieran que reabrirla bajo su propio control en pos de garantizar sus fuentes de trabajo. A su vez la misma Cristina Kirchner tuvo que salir a atacar a la empresa catalogándola como una empresa buitre que con su accionar intenta aterrorizar y que por eso le cabria la aplicación de la Ley anti-terrorista (¿lo querían meter preso a Paul Singer? mmmmm). Ahora se dieron cuenta de sus desvaríos y retrocedieron mandando al titular de la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli, a explicar que la presidenta se habría “confundido” y que le aplicarán la ley de delitos económicos (obvio que la ley antiterrorista sigue vigente ante eventuales desbordes sociales, ahora cuando comenzaba a discutirse el verdadero contenido de esa ley reaccionaria). La presidenta se habría confundido porque las dos leyes se aprobaron el mismo día. Parece en joda.







Wednesday, May 21, 2014

Cohorte de hierro

El presidium del 9no. Congreso del Partido Comunista Ruso (Bolchevique)

En política las camadas de militantes que se incorporan a la arena están en una relación fundamental con el medio en el que se forman. Esto ya lo dijo mucha gente muchas veces, así que sigamos. Por ejemplo, sabemos que la joven generación que hizo el Partido Bolchevique se había constituido al calor de las huelgas y las distintas oleadas revolucionarias a comienzos del siglo XX. Estaba la generación de 1898, la de la revolución de 1905 y la camada de las huelgas previas a la guerra en 1911-1912. Lo mismo podemos ver con la radicalización de la juventud de los ’60 y ’70 que fue creciendo viviendo y sintiendo en los huesos la revolución cubana, la boliviana y los distintos movimientos de liberación nacional a lo largo y a lo ancho del mundo. Podríamos seguir casi hasta el infinito.

Hoy nos encontramos en una época donde los más jóvenes aún no hemos visto grandes acontecimientos de esa envergadura. Si bien desde 1995 se puede decirse que ya comienza un cambio de tendencia contra la avanzada reaccionaria planteada por el neoliberalismo y nos dio algunas muestras de cambios en la subjetividad de una juventud que empezó a buscar distintas alternativas a ese escenario de casi tierra arrasada que había dejado ese capitalismo que parecía todopoderoso.

Era como sentir chocar de frente contra esas condiciones que uno no elige. Me acuerdo haber rememorando a principios de la década pasada mejores épocas hasta que finalmente tuvimos que hubo que resignarse. Así aceptamos la parte que nos tocaba nos comprometimos a ser patriotas de nuestro tiempo. Hoy el mundo ya nos está planteando algunos desafíos nuevos e interesantes. Ya hubo movimiento no global y autonomismo, lucha de clases muy intensa en Latinoamérica y vivimos situaciones muy convulsivas en Grecia y en Egipto. Y esto es parte también de lo que está moldeando a las nuevas generaciones.



Pionerismo

Pero vayamos otra vez con los bolcheviques rusos que se atrevieron a esa tarea descomunal de tomar el poder y crear el primer estado obrero. Por un lado, estaban todos esos adolescentes que en su temprana juventud ya estaban entre los principales dirigentes del partido. Estudiantes como Kamenev y Bujarin o el mecánico Smirnov entran al partido antes de los 20, el empleado de farmacia Sverdlov a los 17 ya dirigía a los socialdemócratas de la ciudad de Sormovo. El propio Zinoviev era a los 24 el responsable de todos los bolcheviques de Petrogrado. Hombres y mujeres cuya vida se medía en años de prisión, actividades clandestinas, condenas, desportaciones, horas de estudio y evasiones. Es lo que Pierre Broué llamó en su historia del Partido Bolchevique la “cohorte de hierro”. Esos militantes profesionales que renunciaron a toda carrera y a toda ambición que no sea política y colectiva. Eran en su mayoría jóvenes de menos de veinte años que, de forma definitiva, emprenden una completa fusión con la lucha obrera. Ellos, junto a los miles de obreros “a la Kayúrov” (aquel obrero que esconde a Lenin en 1917), eran los que constituían los engranajes fundamentales del partido de Vladimir Ilich.

Cuando los bolcheviques tomaron el poder con el apoyo del ala izquierda del partido SR, necesitaron además dosis grandes de pionerismo. Fueron necesarios miles de hombres y mujeres capaces de resolver los problemas de un estado obrero en ausencia de todo precedente, sin estatutos y sin reglamentos. Inconmensurable en esta tarea fue la obra realizada por Yakov Sverdlov aunque ya habrá tiempo para ocuparse de él en otra oportunidad. Pero vale rescatar su visión que recuerda Trotsky: la conveniencia de tratar todos estos problemas desde el punto de vista de la política y los principios más que desde el punto de vista organizativo.

El stalinismo necesito unos cuántos años, derrotas fundamentales en los principales países de Europa y en China, miles de revolucionarios condenados a campos de concentración para desarmar el partido que había construido Lenin, esa fuerza que fue capaz de hacer temblar a la burguesía en todo el mundo.



¿Fuerza? ¿Propia?

Al lado de estas historias, esa “fuerza propia” que nos viene diciendo ha construido el kirchnerismo parece un juego de niños. Pero bueno, parece que es lo que nos tocó.

Mientras los "pibes" van a los jardines de la Rosada a escuchar a Cristina, el poder real de la Cámpora viene dado de esos puestos que ocupan sus referentes en el Estado. Lindos sueldos, un chofer. “Privilegios menores” que sólo dan un poquito cuenta de su esencia. Aquí jamás estuvieron en discusión los principios para esta nueva especie de pioneros que intentaron meterse por las rendijas del Estado. Su misión: ocupar lugares, gestionar fondos. Siempre integrados al poder constituido, que las "Tres B" les siguen garantizando en tiempo y forma. Y lo más probable también es que en un par de años se decidan a tener otros principios. Se ve que Frank Underwood tiene más razón de lo que todos están dispuestos a admitir, “La democracia está muy sobrevaluada”.

Las juventudes K no tiene nada de “fuerza” porque su poder proviene exclusivamente de los recursos que le da el Estado capitalista. Ahí está la fuerza queridos amiguitos. (Miren sino dónde terminó Libres del Sur cuando le sacaron los recursos del Estado: haciéndole campaña a Prat Gay).

Yo me atrevería a decir también que tampoco tienen la moral necesaria para defender este proyecto/relato si alguien les opusiera una oposición seria. Pero bueno, veremos en 2015. Hoy nos basta mirar cómo buscan refugio bajo la ola naranja de Daniel Osvaldo y se integraron al PJ. Hoy defienden el honor de Jaime y de Milani. Ahora lo nuevo es una acuerdo entre el PJ, la UCR y el PRO para luchar contra las drogas. Del ridículo no se vuelve, pero ¿qué le hace una mancha más al tigre, no? Sus pocas fuerzas reales por fuera del aparato estatal son algunos sindicatos kirchneristas (ex moyanistas, ex izquierdistas, etc., etc.) que están empezando a ser cada vez más cuestionados por sus propios trabajadores. Pensemos en los docentes en la provincia de Buenos Aires u otros distritos, el subte, los telefónicos.

Ni siquiera les aplica aquel teorema de Baglini. Quizás es más preciso afirmar que cuanto más cerca del poder llegaron estos chicos, más se acercaron a quiénes son en realidad. Mucho arribismo y poco contenido.



La fuerza de los explotados

Pero mal que los pese a los que les gusta la política de las conspiraciones, las fotos y las no-fotos, nos quiere hacer ver la gran mayoría del periodismo provinciano que nos toca leer en general, la lucha de clases sigue siendo el motor de la Historia. Hay una nueva fuerza que está creciendo. Una izquierda que no vive del estado porque se prepara para destruirlo. Que intenta plantearse sus problemas y desafíos a la luz de los principios revolucionarios y la política y escapar al arribismo. Que hace años intenta hacer pie en el movimiento obrero, que conquistó un puñado de comisiones internas, agrupaciones opositoras y tiene el desafío de dar la pelea en los sindicatos. Que constituyó en el FIT una referencia de independencia de clase incuestionable para millones de trabajadores. Que ve aparecer en sus filas cada vez más obreros como Kayúrov y se mezclan con las camadas anteriores, con los Montes, con los Godoy, con los Lago. Que necesita cada vez más audacia y pionerismo.

Y cuántos más desafíos aparezcan más serán las dificultades. No hay tal “cohorte de hierro” bolchevique aun. Los Kayúrov recién están apareciendo. Aún es insuficiente. Pero vale la pena tratar de fusionar a esas viejas camadas de militantes, sus experiencias, sus tradiciones y sus bagajes y las nuevas generaciones de obreros y estudiantes que suman a la vida revolucionaria con el desafío de dar vuelta todo y volver a atreverse a soñar lo imposible.


Monday, April 21, 2014

Ya van a ver

Recién pasado el 2001, éramos unos cuantos los que nos empezamos a interesar por la política. Los partidos eran mala palabra. La izquierda caía en la volteada y había que remar ante la tierra arrasada que habían dejado los '90 en las mentes y los cuerpos de millones. Pero la clase obrera tiene su tradición. Tiene su historia de lucha. Tiene sus mártires. Tiene sus valores. Tiene todo esto que la mantiene siempre amenazante, ejerciendo su derecho a resurgir una y otra vez.
Una vez nos dijo un compañero a varios (algunos años más jóvenes) que nunca habíamos visto a la clase obrera a la ofensiva. Que ya lo íbamos a ver. Y eso que tantas veces había sido cantado, recién empezaba a comprenderse en su verdadera magnitud. Y quizás hoy estemos empezando a desenredar la punta de ese monumental ovillo.
Largamos.


Ya van a ver

El 2001 nos encontró casi desarmados. Una crisis enorme. Al lado nuestro, una clase obrera con pánico a la desocupación, con el movimiento piquetero, las asambleas y las fábricas recuperadas intentando resistir la arremetida. Y no fue poco lo que se hizo. Y pasó el 19 y 20. Y tiramos a un presidente. Y otros tres y unos cuantos funcionarios huyeron asustados. Fue enorme. Pero los músculos de los trabajadores en las fábricas y los grandes servicios seguían entumecidos. Los sindicatos vendidos. Todavía se mantenía esa maldita conquista burguesa de la fábrica tumba.
Todos aquellos que vivimos la basura reaccionaria noventista, el inmediatismo, el individualismo a flor de piel, sentimos una brisa de aire reparador en esas calles llenas de gases de Buenos Aires y las principales ciudades del país. 


Y así nos agarrábamos de cada cosa que podíamos. Bancábamos a Zanon. A las obreras de Brukman. Enfrentábamos a la Bonaerense que nos mató a Maxi y a Darío, a Duhalde, a Solá. Nos aferramos a una estrategia y peleábamos. Abrazamos el trotskismo y nos enfrentamos al kirchnerismo y las ilusiones de los reformismos latinoamericanos. Teníamos un desafío: llegar a la clase obrera.
El 2001 fue un cimbronazo para todos. Mucha juventud volvió a la política. Y no porque Néstor bajó un cuadro y hoy Cristina suba otro. Fue un violento despertar con un presidente que cayó por la movilización popular, por los piquetes, por las asambleas populares, por las fábricas recuperadas. Fue un violento despertar ver en carne propia a una "democracia" desesperada que defendía sus privilegios como podía, a los tiros. El peronismo siempre nos intentó convencer de que la historia de la clase obrera empezó el 17 de octubre del 1945. Néstor nos quiso decir que la militancia volvió el 25 de mayo de 2003. A esta altura, ya no hay peor ciego que todos esos fanáticos del relato que ya no quieren ver.
En estos años pasamos algunas. Discutiendo horas contra autonomistas empedernidos que ya abandonaron, contra el macartismo, el reformismo, el kirchnerismo, la maldita miseria de lo posible. Poniendo el cuerpo en el Casino, en Mafissa o en el subte. Con odio ante el asesinato de los mineros de Río Turbio y las torturas y la cárcel a los petroleros de Las Heras. La desaparición de Julio López, a quién a pesar de tanto DD.HH. CFK jamás se refirió. ¿Raro no? Con bronca por Luciano Arruga y los miles de pibes que matan las policías de todo tipo y color. El asesinato de Mariano Ferreyra por los sicarios de la burocracia de Pedraza. Pelea tras pelea. Derrumbando cada uno de los argumentos de los kirchneristas, de los kirchneristas culposos, de los sojeros. Con una confianza enorme en eso que todavía sólo habíamos leído y nos habían contado. Y siempre intentando ir a la clase obrera. Y cada vez que emergía la lucha de clases respirábamos, esa que a veces está tan sumergida, que parece que se fue, pero no, sigue latente, horadando todo. La vivíamos con intensidad. Jabón Federal, Casino, Mafissa, Kraft. Llenos de anécdotas vibrando ante cada una de esas luchas. Todo era enseñanzas y experiencias. Así se fue forjando el PTS estos años.

Una vez más. El derecho a resurgir

Hoy la izquierda ha ganado un espacio que no tenía entonces. El Frente de Izquierda se ha transformado en una referencia para millones. El desafío se multiplica.
Los docentes se nutren de esta gimnasia política que vivimos en el kirchnerismo con un activismo joven con algunos años de militancia incluso que empieza a cuestionar a los burócratas en los sindicatos. Pero eso parece ser sólo el comienzo. Hoy son otros los que están tocando la puerta, unos que no estaban en los planes de burócratas ni empresarios.
Ya los quilomberos no están son sólo en las universidades y en los colegios. La política está saltando los molinetes de las fábricas. Ya no es un zurdo que vino de afuera a hablar de política. Son cada vez más los que hoy se consideran uno más de esos zurdos. Y este clima parece haber llegado para quedarse en los vestuarios, los comedores y los fumaderos. Es tan profundo que no se sabe bien cuándo empezó (¿el 20N? ¿antes? ¿después?) pero estos trabajadores no se van a ir con las manos vacías ni van a dejar que les arranquen sus conquistas. Son obreros y obreras que empiezan a ser sujetos de sus propios destinos.
Y la izquierda tiene la obligación de confluir con esta generación de obreros y obreras. Sólo aquellos que decidan ser parte orgánica de esto podrán intentar ser tener sus destacamentos listos en la gran batalla y no tener que quedar condenados a comentarla desde las redes sociales.
La voluntad de fundir al trotskismo con esta generación de trabajadores y darnos un plan para acabar con la explotación, aprendiendo de los errores del pasado, es indispensable para vencer. No será desde discursos en la tele ni desde los volantes.
Son obreros y obreras, son jóvenes, tienen personalidad, son pillos, van al frente. Y son cada vez más. Y es un orgullo que el PTS esté haciendo codo a codo esta experiencia con todos ellos. Eso es lo que empieza a preocupar a los asesores de las cámaras patronales y a los burócratas sindicales. También muchos de esos gerontes de la burocracia se acuerdan de lo que es capaz la clase obrera a la ofensiva. Y estos activistas afloran en Córdoba, en Pilar, en Rosario, en Pacheco o en Monte Grande. Serían demasiadas casualidades. Es algo mucho más profundo que viene de muy abajo. El desafío es estar cada vez más organizados, tener un plan para derrotar este sistema de miseria y explotación. Y en esa carrera de velocidades contra nuestros enemigos estamos metidos ahora.
No estamos hablando una fusión en general del movimiento obrero y la izquierda revolucionaria en el mero terreno de la ideas ni de las boletas electorales. Tiene que ser una fusión plena en la calle, en los piquetes, en las fábricas, en los barrios, en los sindicatos, en los asados y los campeonatos de fútbol. Haciendo, pero también pensando cada movimiento. Siendo inteligentes.
Y algo de eso se vio el 10A en la Panamericana. Hegemonía obrera pura. Cientos de estudiantes llegaron de todos lados a apoyar el corte de los obreros combativos de la zona norte. Berni también lo pensó y por eso mandó los gendarmes a “impedir el corte de Panamericana”. Ese era el corte que no quería. Ahí se concentró la pelea política de los piquetes. Y la izquierda subió. Y los compañeros del PTS militaron en cada curso y en cada asamblea de centro de estudiantes convenciendo de que había que apoyar a los obreros y obreras en Panamericana y Henry Ford. Los vecinos de Las Tunas cuyos barrios se inundan porque el bueno de Massa levantó los terrenos de los countries y puso enormes paredones que no dejan drenar el agua también se encolumnaron junto a las comisiones internas combativas.



Fue una prueba de fuerzas. Y todavía somos pocos. Si esto lo consiguió un puñado de comisiones internas, cómo sería un paro donde la izquierda tenga una intervención decidida desde decenas de sindicatos, en varias provincias. Todo esto puede estar empezando; está empezando una vez más. Hasta hoy, fueron varios los compañeros que mantuvieron viva la tradición del trotskismo, sacando lecciones y sacando el jugo a cada experiencia que nos dio la realidad, confluyendo con los que crecieron en los ’90 y ahora jugándose mucho por estos jóvenes obreros y obreras que ya son parte de la realidad argentina. Como se ha dicho alguna vez, “no queremos ser parte de una nota a pie de página, intentamos escribir día a día las páginas centrales de la enorme tradición de la clase obrera”. Y no va a ser ya para enfrentar un plan de ajuste capitalista sino para sentar las bases de una nueva sociedad.
Hace unos días un camarada de más de 80 años volvió a recordar eso de “Yo ví a la clase obrera a la ofensiva”. Y fue el mismo paro del 10 el que volvió a poner a la luz ante millones la fuerza que tiene la clase obrera cuando se decide a mostrar su poder. Y fue lo primero que pensé cuando vi a Medina, ese joven delegado recién liberado después del piquete, decirle a esos mismos gendarmes que lo tenían detenido: “Nos vemos en el próximo corte”. Llegaron para quedarse. Seguramente, haya victorias y derrotas preparando la batalla, que vayan tensando los músculos, pero ellos y ellas no se van a ir así nomás.
Y ojo si se deciden a ir por todo una vez más. Ya van a ver.