Wednesday, May 21, 2014

Cohorte de hierro

El presidium del 9no. Congreso del Partido Comunista Ruso (Bolchevique)

En política las camadas de militantes que se incorporan a la arena están en una relación fundamental con el medio en el que se forman. Esto ya lo dijo mucha gente muchas veces, así que sigamos. Por ejemplo, sabemos que la joven generación que hizo el Partido Bolchevique se había constituido al calor de las huelgas y las distintas oleadas revolucionarias a comienzos del siglo XX. Estaba la generación de 1898, la de la revolución de 1905 y la camada de las huelgas previas a la guerra en 1911-1912. Lo mismo podemos ver con la radicalización de la juventud de los ’60 y ’70 que fue creciendo viviendo y sintiendo en los huesos la revolución cubana, la boliviana y los distintos movimientos de liberación nacional a lo largo y a lo ancho del mundo. Podríamos seguir casi hasta el infinito.

Hoy nos encontramos en una época donde los más jóvenes aún no hemos visto grandes acontecimientos de esa envergadura. Si bien desde 1995 se puede decirse que ya comienza un cambio de tendencia contra la avanzada reaccionaria planteada por el neoliberalismo y nos dio algunas muestras de cambios en la subjetividad de una juventud que empezó a buscar distintas alternativas a ese escenario de casi tierra arrasada que había dejado ese capitalismo que parecía todopoderoso.

Era como sentir chocar de frente contra esas condiciones que uno no elige. Me acuerdo haber rememorando a principios de la década pasada mejores épocas hasta que finalmente tuvimos que hubo que resignarse. Así aceptamos la parte que nos tocaba nos comprometimos a ser patriotas de nuestro tiempo. Hoy el mundo ya nos está planteando algunos desafíos nuevos e interesantes. Ya hubo movimiento no global y autonomismo, lucha de clases muy intensa en Latinoamérica y vivimos situaciones muy convulsivas en Grecia y en Egipto. Y esto es parte también de lo que está moldeando a las nuevas generaciones.



Pionerismo

Pero vayamos otra vez con los bolcheviques rusos que se atrevieron a esa tarea descomunal de tomar el poder y crear el primer estado obrero. Por un lado, estaban todos esos adolescentes que en su temprana juventud ya estaban entre los principales dirigentes del partido. Estudiantes como Kamenev y Bujarin o el mecánico Smirnov entran al partido antes de los 20, el empleado de farmacia Sverdlov a los 17 ya dirigía a los socialdemócratas de la ciudad de Sormovo. El propio Zinoviev era a los 24 el responsable de todos los bolcheviques de Petrogrado. Hombres y mujeres cuya vida se medía en años de prisión, actividades clandestinas, condenas, desportaciones, horas de estudio y evasiones. Es lo que Pierre Broué llamó en su historia del Partido Bolchevique la “cohorte de hierro”. Esos militantes profesionales que renunciaron a toda carrera y a toda ambición que no sea política y colectiva. Eran en su mayoría jóvenes de menos de veinte años que, de forma definitiva, emprenden una completa fusión con la lucha obrera. Ellos, junto a los miles de obreros “a la Kayúrov” (aquel obrero que esconde a Lenin en 1917), eran los que constituían los engranajes fundamentales del partido de Vladimir Ilich.

Cuando los bolcheviques tomaron el poder con el apoyo del ala izquierda del partido SR, necesitaron además dosis grandes de pionerismo. Fueron necesarios miles de hombres y mujeres capaces de resolver los problemas de un estado obrero en ausencia de todo precedente, sin estatutos y sin reglamentos. Inconmensurable en esta tarea fue la obra realizada por Yakov Sverdlov aunque ya habrá tiempo para ocuparse de él en otra oportunidad. Pero vale rescatar su visión que recuerda Trotsky: la conveniencia de tratar todos estos problemas desde el punto de vista de la política y los principios más que desde el punto de vista organizativo.

El stalinismo necesito unos cuántos años, derrotas fundamentales en los principales países de Europa y en China, miles de revolucionarios condenados a campos de concentración para desarmar el partido que había construido Lenin, esa fuerza que fue capaz de hacer temblar a la burguesía en todo el mundo.



¿Fuerza? ¿Propia?

Al lado de estas historias, esa “fuerza propia” que nos viene diciendo ha construido el kirchnerismo parece un juego de niños. Pero bueno, parece que es lo que nos tocó.

Mientras los "pibes" van a los jardines de la Rosada a escuchar a Cristina, el poder real de la Cámpora viene dado de esos puestos que ocupan sus referentes en el Estado. Lindos sueldos, un chofer. “Privilegios menores” que sólo dan un poquito cuenta de su esencia. Aquí jamás estuvieron en discusión los principios para esta nueva especie de pioneros que intentaron meterse por las rendijas del Estado. Su misión: ocupar lugares, gestionar fondos. Siempre integrados al poder constituido, que las "Tres B" les siguen garantizando en tiempo y forma. Y lo más probable también es que en un par de años se decidan a tener otros principios. Se ve que Frank Underwood tiene más razón de lo que todos están dispuestos a admitir, “La democracia está muy sobrevaluada”.

Las juventudes K no tiene nada de “fuerza” porque su poder proviene exclusivamente de los recursos que le da el Estado capitalista. Ahí está la fuerza queridos amiguitos. (Miren sino dónde terminó Libres del Sur cuando le sacaron los recursos del Estado: haciéndole campaña a Prat Gay).

Yo me atrevería a decir también que tampoco tienen la moral necesaria para defender este proyecto/relato si alguien les opusiera una oposición seria. Pero bueno, veremos en 2015. Hoy nos basta mirar cómo buscan refugio bajo la ola naranja de Daniel Osvaldo y se integraron al PJ. Hoy defienden el honor de Jaime y de Milani. Ahora lo nuevo es una acuerdo entre el PJ, la UCR y el PRO para luchar contra las drogas. Del ridículo no se vuelve, pero ¿qué le hace una mancha más al tigre, no? Sus pocas fuerzas reales por fuera del aparato estatal son algunos sindicatos kirchneristas (ex moyanistas, ex izquierdistas, etc., etc.) que están empezando a ser cada vez más cuestionados por sus propios trabajadores. Pensemos en los docentes en la provincia de Buenos Aires u otros distritos, el subte, los telefónicos.

Ni siquiera les aplica aquel teorema de Baglini. Quizás es más preciso afirmar que cuanto más cerca del poder llegaron estos chicos, más se acercaron a quiénes son en realidad. Mucho arribismo y poco contenido.



La fuerza de los explotados

Pero mal que los pese a los que les gusta la política de las conspiraciones, las fotos y las no-fotos, nos quiere hacer ver la gran mayoría del periodismo provinciano que nos toca leer en general, la lucha de clases sigue siendo el motor de la Historia. Hay una nueva fuerza que está creciendo. Una izquierda que no vive del estado porque se prepara para destruirlo. Que intenta plantearse sus problemas y desafíos a la luz de los principios revolucionarios y la política y escapar al arribismo. Que hace años intenta hacer pie en el movimiento obrero, que conquistó un puñado de comisiones internas, agrupaciones opositoras y tiene el desafío de dar la pelea en los sindicatos. Que constituyó en el FIT una referencia de independencia de clase incuestionable para millones de trabajadores. Que ve aparecer en sus filas cada vez más obreros como Kayúrov y se mezclan con las camadas anteriores, con los Montes, con los Godoy, con los Lago. Que necesita cada vez más audacia y pionerismo.

Y cuántos más desafíos aparezcan más serán las dificultades. No hay tal “cohorte de hierro” bolchevique aun. Los Kayúrov recién están apareciendo. Aún es insuficiente. Pero vale la pena tratar de fusionar a esas viejas camadas de militantes, sus experiencias, sus tradiciones y sus bagajes y las nuevas generaciones de obreros y estudiantes que suman a la vida revolucionaria con el desafío de dar vuelta todo y volver a atreverse a soñar lo imposible.


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